lunes, febrero 22

Panorama de la ciudad

Por Ramiro Melucci, para el diario El Atlántico

El Gobierno, complicado por el Concejo

Tiene detenidos allí una batería de proyectos. Desde el Presupuesto hasta un acuerdo para reparar calles en el Puerto. El oficialismo fracasó en su intento de ratificar la suba de tasas. Probaría suerte en la semana que comienza. Tampoco logró un tratamiento legislativo para el aumento del boleto.-
En los últimos días, que parecían apacibles, los problemas se le acumularon al Gobierno con una rapidez de vértigo. Quedó irresuelto el aumento de tasas. El Concejo le sacó el cuerpo a la suba del boleto. Los municipales se incordiaron. Un edil oficialista impidió que prosperara un acuerdo con los empresarios de la pesca que el intendente considera clave. Obras Sanitarias prepara sus boletas sin el incremento proyectado porque los concejales no se lo aprobaron. Son demasiados dolores de cabeza juntos para una sola semana.
La frustración oficialista por las ordenanzas fiscal e impositiva se palpaba en el ambiente horas antes de la asamblea de concejales y mayores contribuyentes del viernes. Los negociadores políticos del intendente reconocían en privado la derrota. En público, hasta último momento dieron señales de vida. Pero conseguir seis votos opositores se convirtió en una quimera.
¿Es posible que la semana que viene Acción Marplatense tenga los votos que no consiguió el viernes? Sí, lo es. Sobre todo, porque el oficialismo hará algo que hasta ese día casi ni había insinuado: abrirá las ordenanzas para que los opositores más cercanos les puedan introducir modificaciones. Sin que se acepten cambios, pocos están dispuestos a apoyar las normas.
Hubo una reunión que alimenta las expectativas de la administración. Pulti se entrevistó en secreto con la diputada nacional Adela Segarra, jefa del grupo político en que milita la concejal Verónica Beresiarte. La versión más fuerte señala que el intendente capturó el voto de la edil con la condición de que se corrigieran algunos puntos de las ordenanzas.
Beresiarte, la concejal que facilitó la victoria oficialista en el proyecto de traslado de bares, necesita de forma imperiosa que Acción Marplatense atienda sus sugerencias. Su problema es que, en la votación preliminar de las normas, votó en contra del Gobierno. Ahora precisa un gesto público para justificar su cambio de parecer.
Pulti habría pactado con Segarra otros dos votos: los de un par de mayores contribuyentes que le responden. Con estos respaldos, el oficialismo quedaría a las puertas del triunfo que se le hizo imposible el viernes. La oposición se deleitó con la desazón oficialista, pero hizo de todos modos un guiño para subrayar: permitió que la asamblea pasara a un acuarto intermedio y no apostó a tumbar las ordenanzas. Tenía los votos para hacerlo.
Se trató de una decisión acertada. El radicalismo y los otros bloques que no componen el oficialismo comprendieron que una asamblea de mayores contribuyentes no puede decidir la suerte de dos proyectos cruciales del Ejecutivo. Sobre todo si esa asamblea, un cuerpo obsoleto por donde se lo mire, ni siquiera responde a la última elección legislativa, como es el caso.
Lo único cierto en toda esta novela es que tarde o temprano Pulti tendrá los aumentos de tasas que pidió. Si no es la semana que viene, será cuando se renueven los contribuyentes, a mediados de mayo, y Acción Marplatense quedé con mayoría también en ese cuerpo.
El Gobierno necesita cuanto antes los incrementos tributarios. El sindicato de empleados municipales acaba de difundir sus disgustos. Habló de promesas incumplidas y de sueldos desactualizados. ¿Cómo pensar en un aumento de sueldos cuando todavía no se aprobó la suba de tasas? El secretario de Economía, Mariano Pérez Rojas, alterna su profesión de contador con su nueva condición de equilibrista: de un lado de la cuerda se le apilan los reclamos; de la otra, las necesidades.
El pedido de incremento de boleto había quedado entrampado como el de las tasas en los vericuetos legales del Concejo. Desde que leyó la solicitud de los empresarios del transporte, Pulti hizo todo lo que estuvo a su alcance para que el cuerpo legislativo se metiera en la determinación de la tarifa. Como el año pasado, se chocó de frente con la ordenanza que le cedió al Ejecutivo la facultad para definirla. La oposición hizo entonces una jugada de manual: reclamó que se cumpla con esa norma.
El oficialismo improvisó una respuesta cuando se percató de la existencia de aquella legislación. Aseguró que debería fijarse un plazo para que el intendente no tuviese de por vida la atribución de fijar el boleto. Así, trató de enmendar su error: el de no acordarse antes de que esa ordenanza debía languidecer para que el costo político del aumento no lo pagase sólo Pulti.
El proyecto más importante que tenía el bloque del Gobierno para atemperar los fracasos era el que propone un acuerdo con los empresarios de la pesca para arreglar las calles del Puerto. Pero hasta ese consuelo se le esfumó: un día antes de la sesión, la Comisión de Hacienda le puso un freno.
El Programa de Mejoramiento de la Infraestructura Urbana de la Zona Portuaria -tal el nombre completo del convenio- es un plan de contribución por mejoras sólo para las empresas y las industrias portuenses. La lógica política del intendente para impulsarlo es que los empresarios del sector, que se benefician si el barrio está en buenas condiciones, deben hacer un aporte para reparar las calles. Los vecinos, por lo tanto, están excluidos del pago de las obras.
Hasta ahí, nadie podría atacar el acuerdo. Porque nadie cuerdo podría estar en contra de que las industrias desembolsen 8,7 millones de pesos para pavimentación. Existe, sin embargo, un artículo que tiraría por la borda las buenas intenciones: el que les perdona las deudas por la tasa de reinspección veterinaria. Ese simple párrafo impide discernir si lo que está en discusión es un aporte empresarial o una compensación municipal.
La mayor parte de la oposición no votará el convenio si no se borra ese polémico artículo. Pero la traba insoluble no la ha puesto la oposición, sino José Cano, el nuevo concejal oficialista. Fue el hombre que, en última instancia, obstaculizó el trámite legislativo. “Me sumé al bloque con la condición de que me aseguraran independencia de criterio. Y me la aseguraron. Pero nunca imaginé que me tocaría hacerla valer tan pronto”, justificó. En efecto, Cano está vestido con ropaje oficialista, pero actúa como si tuviera un bloque propio.
Ahí no se termina la lista de proyectos empantanados. El Presupuesto 2010 está atado a la suerte de las ordenanzas fiscal e impositiva. El de Obras Sanitarias sigue en la Comisión de Recursos Hídricos por descuido de concejales del Gobierno. Las mismas distracciones complotaron contra los “consejos vecinales de salud” que aspira a crear Pulti. Con este panorama, es mejor no imaginar lo que ocurriría si el oficialismo no tuviese mayoría.

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