lunes, noviembre 1

Los lectores se hacen con libros

Por Ema Wolf

Me parece simplificador hablar de "productos globalizados". Suena a etiqueta preventiva: contiene aditivos, manténgalo alejado de los niños. No todo lo globalizado es malo. Ni lo artesanal es necesariamente bueno. Es llamativa la desconfianza con que se mira a Harry Potter, por ejemplo, cuando es mejor que mucho de lo que leíamos -recortado, adaptado, mal traducido- en la venerada colección Robin Hood. A veces nos olvidamos de la chatarra no globalizada que consumíamos de chicos, que sin embargo no impidió que nos convirtiéramos, con tiempo y oportunidad, en receptores más exigentes.
El gran tema es, como en todas las cosas, poder discernir. Y poder discernir sin prejuicios. El espacio se lo van a proporcionar la educación escolar y el entorno. Con las limitaciones que ambos tienen, sabiendo que quien rodea al chico está condicionado a su vez por su propia educación. Si la familia consume Tinelli, ¿por qué preocuparse si sus hijos consumen Barbie?
Yo no le prohibiría nada a un chico, ni lo tendría en una jaulita alimentado a Borges. Trataría de abrirle todos los espacios posibles pero le enseñaría a acercarse críticamente a ellos, discutirlos, involucrarse en el valor de lo que recibe. Entonces vuelvo la mirada hacia la educación, por donde todos pasan: hay que reforzarla, hacerla más apta. Mi generación fue testigo y víctima del deterioro que se inició en el 66, más todo lo que nos pasó luego, que nos dejó mancados (ojo: no marcados), muy indefensos. Si no es la educación, no veo qué otra cosa puede romper ese vicioso ida y vuelta. No importa tanto, en definitiva, qué ponen delante de uno sino cómo podés pararte frente a eso, cuál es tu margen para discriminar.
Cuando escucho "los chicos leen menos que antes", nunca sé a qué "antes" se refieren: si a doscientos años atrás o cincuenta. Que los chicos dedican menos tiempo a los libros que cuando los libros eran el único vehículo cultural es obvio. No sé por qué genera tanta ansiedad que adopten otros consumos: están allí, en la sociedad que les ofrecimos cuando llegaron al mundo.
Decir "ya no leen" es otra cosa. Es suponer no sólo que no leen libros sino que tampoco frecuentan otras formas de lectura en otros soportes igualmente válidos. Yo creo que los chicos están interesados en leer, incluso libros, si los dejan, es decir, si les brindan las condiciones. Hacer una autocrítica de estas condiciones demandaría muchas páginas; señalo una sola que, insólitamente, pasa casi inadvertida: la provisión de libros al alcance de los chicos es raquítica. Y los lectores se hacen con libros, no tanto con simposios de promoción de la lectura. Últimamente se han comprado muchos libros para las escuelas, pero aun así creo que estamos tratando de promover la lectura con un 10% de los que hacen falta.

ADN Cultura

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