Por Marilyn Monroe
Carta al Dr. Ralph Greenson (fragmento), 1° de marzo de 1961
“Justo ahora cuando miré por la ventana del hospital, donde la nieve ha cubierto todo de pronto, todo es una especie de verde apagado. La hierba, unos pobres arbustos de hoja perenne –aunque los árboles me dan un poco de esperanza– las desoladas ramas desnudas quizá prometen que habrá primavera y quizá prometen esperanza.
¿Ha visto usted ya Vidas rebeldes? En una de sus secuencias tal vez pueda ver usted lo desnudo y extraño que un árbol puede parecerme. No sé si queda del todo claro en la pantalla –no me gustan algunas de las tomas que eligieron. Cuando empezaba a escribir esta carta había derramado cuatro lágrimas en silencio. No sé bien por qué.
Anoche volví a pasar despierta toda la noche. A veces me pregunto para qué sirve el tiempo nocturno. Casi no existe para mí –todo me parece un largo y horrible día. Bueno, pero pensé que más me valía ser constructiva al respecto y me puse a leer las cartas de Sigmund Freud. Cuando abrí el libro la primera vez encontré la foto de Freud dentro, en frente del título, y me eché a llorar –parecía muy deprimido (la deben de haber tomado muy al final de su vida) murió decepcionado (…) El libro revela (aunque no sé si me parece muy bien que se publiquen las cartas de amor de nadie) que no era tan estricto: quiero decir que su humor triste y amable e incluso su espíritu combativo eran eternos en él.”
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