martes, abril 13

El candidato ejemplar

Por Eduardo Galeano

No lloraba evocando su infancia desvalida, no besaba a los niños, no firmaba autógrafos ni se fotografiaba junto a los inválidos. No prometía nada. No infligía interminables discursos a los
electores. No tenía ideas de izquierda, ni de derecha, pero tampoco de centro. Era insobornable, despreciaba el dinero, aunque se relamía notoriamente ante los ramos de flores.
En las elecciones de 1996, encabezaba las encuestas. Era el candidato favorito a la alcaldía del pueblo de Pilar, y su fama crecía en todo el nordeste del Brasil. La gente, harta de los políticos que mienten hasta cuando dicen la verdad, confiaba en este joven bóvido artiodáctilo, vulgarmente llamado chivo, de color blanco y barba al tono. En sus actos públicos, Federico bailaba, erguido en dos patas, y hacía convincentes cabriolas al ritmo de la banda que lo acompañaba por los barrios.
En vísperas de su victoria, amaneció muerto. Tenía la barba roja de sangre seca. Había sido envenenado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario