Gabriel Kessler es doctor en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (EHESS), entre otros títulos y ha publicado libros sobre pobreza (La nueva pobreza en la Argentina) junto a Alberto Minujín y más recientemente "Sociología del delito amateur". Esta semana saldrá a la calle su último texto: "El sentimiento de inseguridad. Sociología del temor al delito".
Llegó a Mendoza para dar un seminario en el marco del curso de perfeccionamiento "Problemática y gestión de la seguridad pública" organizado por la Secretaría de Graduados de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo.
En diálogo con Los Andes explicó que se borró la diferenciación que había en las ciudades entre zonas seguras e inseguras; vivimos sintiendo que en cualquier lado nos puede pasar algo. También afirmó que estamos en una "constante actitud moderna de intento de detectar lo amenazante" y así "cada uno es sospechoso para el otro".
- En sus estudios ¿destaca que hay miedos que vive la gente en diferentes estratos y formas?
-Hay temores compartidos entre distintos sectores sociales y que en algunos casos están vinculados con las imágenes más estigmatizadas en general, como los jóvenes varones de sectores populares. También depende del lugar dónde se trate. Los chicos y sus padres temen a la policía y a los patovicas. Ese miedo lo sienten en todas las clases aunque se ve más en sectores populares. Hay como una pluralidad de imágenes amenazantes, algunas comunes a distintos sectores y otras son diferentes en función del sector, sexo y área de residencia.
- ¿Cuál es la relación entre inseguridad y delito?
- La definición de inseguridad que manejo se basa en la idea de una amenaza aleatoria que puede abatirse sobre cualquiera en cualquier lugar y que puede venir de cualquier persona. Aquí juega la no identidad entre inseguridad y delito; es decir, lo que genera inseguridad no son todos los delitos, sino los violentos que pueden llegar en forma aleatoria.
También opera la des-identificación relativa: en los barrios los comerciantes se quejan de que cualquiera puede robarlos y eso es la des-identificación y es relativa porque un varón da más miedo que una mujer; si es joven, más que uno mayor.
Además opera la deslocalización; es decir, se pierde la diferencia imaginaria, que podía tener una base real, de que hay zonas seguras e inseguras. Lo que hoy pasa en la mayoría de las grandes ciudades, en Mendoza no lo sé pero tengo la sensación de que también, es que se acaba esta idea de que hay zonas seguras e inseguras y además se instala la percepción de que cualquier zona puede ser insegura y junto con la desidentificación generan y retroalimentan la sensación de inseguridad. Sentimos que en cualquier lado nos puede pasar algo, hay una inquietud intermedia permanente sin llegar al terror.
- Sentimos varios tipos de inseguridad: delitos, inseguridad jurídica, económica..
-Se está debatiendo en el mundo si estamos en una época más insegura o si, por el contrario, en una visión diferente, si a mayor seguridades como más esperanza de vida, menos guerra, más control de las enfermedades; se genera más sensibilidad frente a cualquier tipo de riesgo. Por ejemplo, la comida antes no se discutía que era beneficiosa y ahora entra también en el campo de los riesgos; entonces vemos que hay como una constante actitud moderna de intento de detectar lo amenazante que incluye el delito o no.
Por eso aparecen los negocios a los que hay que entrar tocando un timbre, chicos con celular para que los padres los puedan ubicar a cualquier hora; esto pasa en muchos órdenes de la vida cotidiana. Sin negar el aumento del delito, hay como una actitud de detección de sospecha para ubicar dónde está lo amenazante y eso es un rasgo moderno.
Se instala un patrón de conducta y percepción previa del otro que, por definición, es previamente sospechoso. Cada uno es sospechoso para el otro, entonces tengo que tener un dispositivo tecnológico para detectar si el otro es sospechoso o no.
- ¿Cuáles son las consecuencias de vivir así?
- Están los que dicen que esto genera más pedidos de la gente referidos al aumento de penas, mano dura o que se haga justicia por mano propia. Se generan desigualdades porque en las zonas no seguras no hay negocios y se degradan económicamente, la policía considera que ahí viven delincuentes, salen más caros los seguros.
Si se instalan más dispositivos privados de seguridad en zonas en las que los pueden poner, eso hace que el delito se desplace a lugares donde no se puede pagar una guarida privada. También se sale menos. Yo tengo una mirada más matizada, ni mucho ni tan poco. No tengo una visión apocalíptica de la inseguridad, no pienso que en la Argentina la gente viva aterrorizada.
En Mendoza la última encuesta de victimización que se realizó fue en 2005. Se la utiliza para saber qué sucede con los delitos. Sobre este punto Kessler indica:
"Hay un problema del poder político y es que no han comprendido lo imprescindible que es tener una encuesta de victimización, que sólo puede ser eficaz si tiene continuidad en el tiempo para ver las variaciones. Es un elemento central, sobre todo porque en este tema sabemos poco. Sabemos que la encuesta tiene limitaciones y las conocemos, pero es imprescindible para saber qué pasa con el delito"
Fuente; diario Los Andes online.
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